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Cuando la “limpieza” borra el pasado

En una entrada publicada hace algún tiempo en este blog, se comentaba la ornamentación con anagramas en los dinteles de las puertas, tan característica de la ciudad de Huichapan, y en otra entrada, se trató el tema de la pintura mural o “piel” de la arquitectura, ese elemento protector tan necesario y al mismo tiempo tan vistoso.

Pues bien, recientemente, en la calle Abundio Martínez se “limpió” la portada de una antigua casa perdiendo un importante testimonio de la presencia de anagramas y de pintura mural. Esa portada ostentaba una delicada pátina* producto del viento y las lluvias, logrando un efecto deslavado imposible de lograr por otros medios. Dejaba al descubierto simultáneamente las múltiples capas de pintura a la cal en tonos rojos, blancos y ocres, tan propios de la arquitectura mexicana.



En el dintel de esa puerta, las lluvias habían dejando al descubierto el intento de un antiguo propietario por borrar los anagramas religiosos que, sin embargo, habían dejado una “cicatriz” en la piedra. Los anagramas de Santa María, de Cristo y de San José habían sido eliminados, pero, por la distinta porosidad de la piedra y las sucesivas manos de pintura a la cal (sí, la piedra se cubría para protegerla de la intemperie, la piedra expuesta es moda sólo a partir del siglo XX, ver acá), dejaban ver los antiguos anagramas como un “fantasma” (dar clic en la foto).

Lamentablemente un errado sentido de “pulcritud” desapareció a los “fantasmas” y ha dejado la piedra expuesta (ver foto). En realidad, ahora es difícil diferenciar esta puerta de otra de reciente factura. Además, por si fuera poco, el actual dueño ha quitado la puerta de madera (ciertamente muy maltratada, pero rescatable) y ha convertido el señorial zaguán de la casa en un local de renta.



Esperamos que esta equivocada idea de “limpieza” no se ponga de moda, dañando otras portadas iguales o mejor conservadas como la de “La Manchega”.






*Las pátinas son capas o películas superficiales que representan el estado de envejecimiento de un material. Su formación no implica necesariamente procesos de degradación o deterioro, e incluso pueden proteger al material.

De puertas, dinteles y anagramas


Esta casa, ahora muy deteriorada y dedicada a fungir como “antro” o discoteca los fines de semana, muestra en el dintel de la puerta lo que fue costumbre común en las puertas de muchas casas en Huichapan. Junto a la fecha de conclusión, en este caso el año de 1730, se leen las inscripciones IHS y IOSPH, que son los anagramas de Iesus Hominum Salvator (Jesús Salvador de los Hombres) y Ioseph, es decir José o San José.

El anagrama de Cristo sobre los dinteles de las puertas fue costumbre frecuente después del siglo XV en los países de Europa mediterránea y en los virreinatos en América. Fue por influjo de San Bernardino de Siena (1380-1444) el gran difusor del anagrama del nombre de Jesús y de la devoción a tan divino nombre (ver aquí). Este santo franciscano logró mediante su prédica, hacer de esta insignia una manifestación del reinado de Cristo, coronando y “protegiendo” casas grandes y modestas. Posiblemente esta tradición haya sido implantada en la Nueva España al paso de los franciscanos, que dedicaron uno de los más importantes templos construidos en el siglo XVI a San Bernardino en Xochimilco.

Posteriormente, en muchos dinteles, al anagrama de Cristo se sumaron el de María y el de San José alcanzado altas cotas de complejidad y estilización.

Junto a los anagramas, aparece la fecha de concusión de la casa: Año 1730. Un año antes, en 1729 se funda la ciudad de Baltimore en lo que aun eran las trece colonias británicas en América; hace apenas cuatro años, se canonizó a San Juan de la Cruz y este año se considera el momento de mayor esplendor del barroco mexicano y el inicio de la Ilustración.

Es una lástima que esta tradición se haya perdido, o al menos, el sentido de estas “misteriosas” letras entrelazadas. Parece sin embargo, que aun existe el gusto por colocar en la portada, la fecha de conclusión de una casa, tal como se muestra en otra casa de la misma calle que la anterior.
También es una lastima que no se conserve la puerta de madera con su postigo o ventanita claveteada.