Huichapan tiene a orgullo ser el lugar en el que se conmemoró por vez primera en 1812 el aniversario de la insurrección de Hidalgo. De este importante episodio de la historia de Huichapan, escribe el historiador Eric Van Young en su libro
La otra rebelión (2001; FCE, 2006).
Uno de los sitios donde la conmemoración tuvo lugar entre el 14 y el 1 de octubre de 1812 fue en un lugar conocido, entonces y ahora, como El Chapitel. Ahí, tuvieron lugar las arengas insurgentes de Ignacio López Rayón.
Siendo uno de los intereses de este blog hablar del patrimonio arquitectónico de Huichapan, ésta es la ocasión de hablar de ese pequeño e importante edificio conocido como El Chapitel.
El Chapitel es un edificio de dos plantas, con una puerta y un balcón hacia la plaza principal del pueblo, colindante al atrio de la iglesia, dentro del predio que perteneció al conjunto conventual de San Mateo Huichapan hasta mediados del siglo XIX.
Su importancia histórica sugiere hacer algunas preguntas sobre su nombre, origen y forma.
Chapitel, según los diccionarios, es el remate de una torre, campanario o iglesia, pudiendo tener forma piramidal o cónica. El techo de nuestro Chapitel es plano ¿dónde quedó el remate?, ¿existió un chapitel arquitectónico?, ¿por qué se llama así?
Luego ¿por qué fue este pequeño edificio el lugar elegido para las proclamas de López Rayón? ¿Qué era o qué función tenía antes de eso?
Y por último, ¿por qué su apariencia exterior es la de la arquitectura civil de la segunda mitad del siglo XIX, no la que corresponde a la de 1812?
Para responder estas preguntas, casualmente, tuve ocasión de ver otro Chapitel sin remate apuntado, con una clara vinculación a un conjunto conventual, como en Huichapan y ubicado justo en la plaza principal de una localidad próxima –en más de un sentido- a Huichapan. Se trata de un dibujo de la plaza de Aculco en 1838 y que amablemente me mostró el investigador Javier Lara Bayón (autor de este
blog). Ese edificio cuenta con los mismos elementos estructurales que el de Huichapan: es una pequeña estructura elevada, con un balcón, adosada al muro del atrio, mirando a la plaza.
Es muy probable por tanto que el nombre que ostenta tanto el del dibujo de Aculco (el edificio ya no existe), como el edificio de Huichapan, sea por extensión, es decir, por alguno de ellos que estuvo cubierto con un chapitel arquitectónico (de manera parecida a llamar "zócalo" a todas las plazas mayores, ver
aquí).
Sobre su función y uso, en
México a través de los siglos (1880), se lee lo siguiente:
"Los religiosos y los párrocos clérigos hicieron fabricar en los pueblos grandes, y adonde los vecinos de un distrito o provijcia se reunían cierto día de la semana en los mercados que llamaban 'tianguis', unas ermitas que recibieron el nombre de chapiteles, y eran capillas muy pequeñas, en donde apenas cabían el sacerdote que decía la misa y el acólito que la ayudaba; pero abiertas y dispuestas de tal manera, que todos los que estaban en el mercado podían ver la misa sin abandonar el lugar en que tenían sus mercancías".Por tanto, el Chapitel de Huichapan fue una capilla abierta, parecida en dimensiones a la que se conserva en Tlahuelilpan, Hgo., donde tenía lugar la celebración de la misa dominical y que, por su forma y privilegiada localización en la plaza, fuera el lugar idóneo para arengar al pueblo.
Por último, es posible suponer que su apariencia actual, muy distinta de la del dibujo de Aculco y la de Cocotitlan, Edo. de Mex., (es el otro chapitel que aún se conserva en pie), se deba a que fue remozada tras la desamortización de los bienes de la Iglesia, para darle una apariencia más civil y menos eclesiástica pero manteniendo vivo el recuerdo de las proclamas insurgentes de 1812.
No dejen de visitar el Chapitel que forma parte del Museo de Arqueología e Historia de Huichapan.